LA REBELIÓN DE LOS ESPANTAPÁJAROS
La vieja, subida a lo alto de la farola, le dice al sereno: Todo empezó en una noche como esta... En cualquier lugar de este viejo mundo siempre habrá un manicomio, un parque solitario, o una taberna donde los cuerpos fatigados de los espantapájaros descansan de su dura y terrible existencia diaria... y allá, tranquilos, lejos del palo que los retiene, dejan suelta la imaginación para comunicarse sus miserias, sus ilusiones y su negro porvenir...
La ciega, la Marquesa, el tabernero, el Malaquías, el Bohemio y el Cara de papel son los espantapájaros que viven en el escenario de una taberna sus infortunios e ilusiones, soportando la cruel realidad que les aplasta. Y en medio de ella, la queja contra ese poder invisible culpable de su miseria y de su derrota. La suerte de los poderosos está en la bondad de los humildes, decía Cara de papel. La historia se cambia con sangre, pregonaba el Joroba, a lo que respondía el Bohemio: De eso, no me queda, me la chuparon toda. Entre discusiones y chanzas trascurre el cuadro primero.
El diálogo de la vieja y el sereno marca la separación de las escenas. En este, la vieja trae a la memoria la imagen de Catalina, una alucinación nocturna. o tal vez un "deliriums tremens", o acaso un resplandeciente día de primavera no comprendido.
Pasamos al cuadro segundo. Sigue la discusión y la chanza. En medio de ella aparece Catalina, pequeña, cojitranca, maltrecha, simpática y desenvuelta; de pelo enmarañado, frente despejada y cara de alucinación. Viste un sayal claro, y lleva colgado de su pecho y espalda un letrero: “Si te sientes marginado, únete a mí. Seremos multitud”. La extraña mujer les plantea cambiar de vida. Su dulce y, al mismo tiempo, exacta palabrería toca el alma de los marginados. La ciega pregunta: ¿Qué haremos cuando todos los marginados de la Tierra estemos juntos?... ¿crear nuevas leyes? Catalina contesta: ¿Nuevas leyes? ¿Nuevos dogmas? Caeríamos en el mismo error... La solución está en lo que pregona la extraña mujer, la unión de todos los marginados de la Tierra, la hermandad de los Sin Tierra, como titula el Bohemio... nos ha tocado el papel de los espantapájaros... El cuadro segundo acaba con una canción suya:
Voy caminando deprisa
porque el camino me apesta.
Qué tenemos los hombres oscuros
sólo pesar y tristeza,
y un sueño lejano que canta
y nos hace mirar alerta.
Al viento va nuestro canto
podrido canto de miseria,
al viento con sus ilusiones
al viento con todas sus penas.
Cantar del hombre callado
muchos cantares a cuestas,
palabras cansadas en el aire
y sueños que nunca llegan. (*)
Bajo la farola, el sereno pregunta a la vieja si consiguió Catalina unir a todos los marginados de la Tierra. Ella le narra que tras un principio esperanzador, en el que los manicomios, los asilos, las pensiones solitarias, los bancos de los jubilados, las tabernas humeantes, se fueron quedando poco a poco vacías... el suicidio, la droga y la borrachera desaparecieron... Pero los poderosos, los razonantes que necesitaban dominar a los desprovistos de todo, para demostrar su poderío y valía, porque sin ellos el equilibrio se rompía, reaccionaron. La indiferencia de los marginados, les dejaban sin sus papeles ponderantes.
El cuadro tercero muestra a Sus Ilustrísimas, Reverentísimas, Excelentísimas y demás Ísimas reunidos buscando una solución a la rebelión de los espantapájaros. Los manipuladores de las almas, los vigilantes del orden y de la seguridad, y los dueños de los dineros deciden el trágico fin de los marginados. Deben de volver a sus puestos. La canción de los espantapájaros:
Olvidemos las leyes, los hilos del aire
los campos de laureles,
trompetas de sangre (*)
es hecha añicos.
El farol que ilumina la melancolía de la vieja en su conversación con el sereno, lentamente va apagándose. Cae el telón.
(*) De la poesía de José Luis Miranda Cruz.
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EL BAILE DE LAS RATAS EN EL SOLAR DEL CONDE
En las alcantarillas de la gran ciudad, un mundo sórdido de mueve para hacerse con el control de los sitios estratégicos, por donde las joyas de la ciudad que se pierden por los desagües suelen aparecer. En uno de ellos está el Conde (analogía de España). El lugar se lo disputan entre el Wopo (Estados Unidos) y el Renka (URSS).
Parte primera. El Conde lee dificultosamente un periódico: Nuestra historia fue barrida por el viento y un helor invade nuestro solar. Allá, en el olvido, nuestras hazañas quedaron... Somos pastos de los poderosos... Mi parcela es intocable, ¡sagrada!... Tiene una historia grande y poderosa. Fuí el terror y la envidia de todos los buscadores... Ahora, hay otros que pisan fuerte y mis zapatos están agujereados... Aparece en escena la Quinca, una quincallera de grueso volumen, que se dedica a vender en el mundo de la superficie las joyas y bagatela encontrada... Se queja por la baja tasación que le ofrecen... y de la intromisión del Wopo y el Renka en el mercado... El Conde discute, cree que le está engañando... La Quinca le solivianta con la idea de que el Wopo, con moderna tecnología para obtener piedras preciosas, la está tentando para irse con él... Si no pasáis por los canales que tienen montado el Wopo o el Renka estáis perdidos, le sugiere la quincallera... El Conde alude a la dignidad y la encandila con el anillo del obispo que está en su poder... La cuadrilla de poceros entran en escena... el jefe Magdaleno alaba el estratégico sitio que tiene el Conde, situado bajo el barrio residencial... Ante el cachondeo del pocero llamado Beocio, el Conde, vistiéndose de soldado imperial, saca la espada dispuesto a la lucha... se aplaca al oír los encantos de la novicia que el propio Beocio le tiene preparada... Al volver a surgir los nombres del Wopo y el Renka, sale a relucir el arte adivinatorio del Conde: "Así fue tu pasado, así será tu futuro"... Él volverá a ser poderoso, mientras ellos, que ahora dominan, desaparecerán en la historia… Los protagonistas se ensalzan en una dicharachera conversación sobre cultura y sexo… La Quinca hace mutis por el foro… El pocero llamado Beocio, doctorado en Ciencias exactas, Biológicas, Farmacia, Derecho y Filosofía y Letras defiende la ilustración, mientras tanto para el Chivo la meta es el cachondeo y el desvirgar vírgenes… La oposición a esta tesis desaparece al entrar en escena Candiles, la novicia que esperaba el Chivo, de sexualidad irresistible… Todos ellos, incluso Beocio, ridículos y extravagantes, dirimen quien es el primero en irse con ella… Tras recoger el dinero de los incautos, marcha con el Conde, mientras el resto espera jugando a las cartas… Al rato, se oyen lejanas voces… poco después entra en escena el Conde echo un asco, con los pantalones bajados y maldiciendo contra la pendeja que lo tiró al cauce de la alcantarilla… Cae el telón.
Parte segunda. El mismo escenario. El Conde aparece en un apasionado soliloquio ...Pues mira al Magdaleno y al listo de los títulos; en el fondo todos somos iguales. Ante un par... —al tanto que un espía-mimo azul imita, sin ser advertido sus gestos. El Conde cambia su traje imperial por el negro de mago plagado de estrellas— se ha reído en mis propias narices. ¿Dónde está mi dignidad? ¿Dónde está mi orgullo?... Mi honor herido, mancillado… Entra en escena el Wopo vestido con el típico traje de gangster, acompañado por seis figuras típicas norteamericanas (Groucho Marx, astronauta, ricachón texano, Juanita Calamidad, Marylin Monroe y marine). Suena una música popular yanki… El Wopo le ofrece al Conde su colaboración… Yo soy muy demócrta, ¿sabes? Claro, mientras no se metan con mis intereses, porque entonces soy un hijo de puta; el más grande hijo de puta que ha podido parir una madre. ¿Me entiendes? —y señalándole las estrellas del traje, le advierte— Espero que no tenga más de cincuenta. Con esto hay que tener mucho cuidado… El oráculo es una pamplina… El futuro está en el circuito integrado… y eso lo tengo yo… Es un viejo sueño el que estemos todos unidos bajo el magnánimo auspicio de mi experiencia… El Wopo le sugiere al asombrado Conde que tire su tradicional cedazo, y adquiera su máquina de alta tecnología que selecciona automáticamente las piezas recogidas, dándole de inmediato el valor exacto del mercado… Y con ello, la oportunidad de entrar a formar parte del Club de los Wopos… para darle seguridad… ¿Seguridad?, ¿para qué? Las ratas son mis amigas y, además, tengo una espada invencible, dice el Conde. Con ese latón que usas no tienes ni para hurgarle las muelas al Renka, responde el Wopo. El Renka no le ha hecho nada, pero según el Wopo le hará, le quitará todo como ha ocurrido con los demás… Otro espía-mimo, este de color rojo, aparece, sin ser advertido… El Wopo se despide, dejando al Conde en la incertidumbre acrecentada por la última frase de que guardaba algo de valor. Lo más seguro era que la Quinca se había ido de la lengua con lo del anillo del obispo…
Cuando el Conde estaba en medio de sus dudas, aparece el Renka. Los remeros del Volga resuena en el ambiente… Al Renka le acompañan las figuras propias de la URSS (Un danzarín ucraniano, Lenin, Carlos Marx, una obrera, un astronauta y un soldado). También el Renka le ofrece al Conde su fraternal y pacífica cooperación… ¿También demócrata?, pregunta el Conde… ¡Por supuesto!... Mi democracia tiene un alto objetivo: El liberar a los buscadores que son explotados por la ambición desmedida del Wopo… Con artilugios el Renka va desmontando la estrategia del Wopo… Empieza dorándote la píldora de la televisión en color, del video, del control de humedad, de la máquina separadora de metales, etcétera, etcétera… Consumir y más consumir… Tus altos y nobles ideales revolucionarios quedarán aplastados… El Wopo te crea la necesidad de comer melones cuando él es el único que tiene el melonar… El Conde termina de descomponerse cuando el Renka le advierte que lo único que quiere el Wopo es apoderarse del anillo del Obispo… Ante la duda creada el Conde sale por la izquierda en busca del Wopo para aclarar la situación.
El Wopo, que oye pregonar su nombre, entra por la abertura de la derecha. Ambos se encuentran en el solar del Conde. Tras un efusivo abrazo, discuten sobre el tratado que delimita sus dominios y del anillo del Obispo… justo en el momento de llegar a un acuerdo y estrechar sus manos, entra en escena el Conde... Ante la perplejidad de éste los poderosos se justifican explicando que la diplomacia exige buenas maneras, tratados, cooperación, todo excepto la guerra, y entre estos principios se encuentra el anillo del Obispo… “El anillo es tuyo, de eso no tengas la menor duda. Pero es tu contribución a la causa… todos tenemos que contribuir al orden de una convivencia pacífica… ¿O es que, ahora, vas a resultar que eres un violento un amante de la guerra?”… le dice el Wopo al Conde… Los dos poderosos salen del escenario, dejando al Conde sumido en la duda, su independencia está herida de muerte… En medio de su angustia, entran en escena de forma anárquica unas figuras: el obispo, el viejo general y la folklórica por la derecha, un raído intelectual, la pedigüeña por la izquierda, y por la abertura del techo se descuelga el torero… “¡Oídme, esencias mías!”… el Conde les cuenta sus cuitas… En ello está, cuando entra en escena el Desratizador… da su opinión: “Mira las ratas, tenemos que aprender de ellas. Se amoldan a todas las circunstancias, sobreviven a todas las calamidades y esperan pacientemente, años tras años, siglos tras siglos a que les llegue su turno”, al mismo tiempo que notifica la extraña actitud que están teniendo en los últimos tiempos, como si estuvieran alegres… como si el momento esperado estuviera cerca… Bailan de gozo… como si estuvieran adivinando la tragedia que iba a ocurrir en la superficie, que de forma análoga se está representando en el mundo de las alcantarillas… El Wopo y el Renka vuelven al Solar del Conde decididos a cobrarse el anillo del Obispo… en la discusión el Conde, alzando en su defensa su espada, es abatido de un tiro por el Renka… de la empuñadura cae el anillo del Obispo…Los dos poderosos se enfrentan… En ese momento, aparecen descompuestos el Desratizador y la Quinca gritando: “¡La atómica!, ¡han tirado la bomba atómica!... ¡Las ratas!, ¡las ratas bailan como locas, y van destruyendo todo lo que ha dejado la atómica en pie!”
El escenario se llena de una nube roja que va lentamente fundiéndose en otra azul verdosa, mientras el histerismo de chillidos de ratas mezclados con lamentos va dejando pasar a un nuevo silencio… La figura muerta del Conde se incorpora… el Himno de la Alegría de Beethoven suena débilmente… El Conde se despoja de sus vetusta vestimenta y exclama: “Callad, malditas, callad, que vuestra hora aún no ha llegado. El hombre no se rinde tan fácilmente. Esto ha sido sólo un aviso, una pesadilla, y cuando acabe esta pesadilla de terror, el hombre volverá a levantarse… no importará que sean de la raza de los Wopos, de los Renkas, o… o de los Condes, no importará porque la ambición habrá desaparecido, nadie dominará a nadie y todos aprenderemos de todos…. Todos sin excepción seremos libres. Dejaremos entonces estas cloacas, estos colectores y sumideros de porquería y subiremos arriba, al aire, a respirar a todo pulmón nuestra recuperada libertad” El Himno de la Alegría acalla la trémula voz del Conde extendiéndose por todo el escenario.
El escenario se llena de una nube roja que va lentamente fundiéndose en otra azul verdosa, mientras el histerismo de chillidos de ratas mezclados con lamentos va dejando pasar a un nuevo silencio… La figura muerta del Conde se incorpora… el Himno de la Alegría de Beethoven suena débilmente… El Conde se despoja de sus vetusta vestimenta y exclama: “Callad, malditas, callad, que vuestra hora aún no ha llegado. El hombre no se rinde tan fácilmente. Esto ha sido sólo un aviso, una pesadilla, y cuando acabe esta pesadilla de terror, el hombre volverá a levantarse… no importará que sean de la raza de los Wopos, de los Renkas, o… o de los Condes, no importará porque la ambición habrá desaparecido, nadie dominará a nadie y todos aprenderemos de todos…. Todos sin excepción seremos libres. Dejaremos entonces estas cloacas, estos colectores y sumideros de porquería y subiremos arriba, al aire, a respirar a todo pulmón nuestra recuperada libertad” El Himno de la Alegría acalla la trémula voz del Conde extendiéndose por todo el escenario.
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